Las Pequeñas Piedras Africanas de Piedra de Dragón son fragmentos de poder antiguo, nacidos del fuego y la tierra, portadores de la energía del renacimiento y la fuerza interior. Procedentes de las tierras del sur de África, este mineral —una combinación natural de epidota verde y jaspe rojo— recibe su nombre por la apariencia que recuerda a la piel de un dragón: verde como la naturaleza, roja como la sangre que da vida.
La Piedra de Dragón simboliza el despertar de la energía vital dormida, la activación del poder personal y el coraje para manifestar los sueños. Su vibración combina la calma nutritiva de la epidota (que sana y regenera) con la pasión dinámica del jaspe rojo (que impulsa la acción). Juntas, ambas energías crean una corriente perfecta entre corazón y raíz, entre el amor compasivo y la fuerza instintiva.
En la tradición esotérica, se considera una piedra de los guardianes: despierta la conciencia del propósito, protege de la desmotivación y ayuda a canalizar la energía con disciplina y pasión. Asociada al chakra raíz y al chakra corazón, equilibra cuerpo y alma, recordando que el verdadero poder no es dominar, sino encender la voluntad desde el amor.
Estas pequeñas piedras son ideales para rituales de transformación, meditaciones de empoderamiento o como amuletos de protección personal. Llevadas consigo, fortalecen la confianza y ayudan a mantener la determinación frente a los desafíos. Colocadas en el altar o junto a otras piedras de fuego, amplifican la energía de vitalidad y propósito.
Cada pieza muestra un dibujo único: vetas de verde musgo entrelazadas con manchas de rojo intenso, como si en su interior durmiera el corazón de un dragón antiguo. Su mensaje es un rugido silencioso que recuerda al alma su grandeza:
“Despierta. Tu fuego interior te está llamando.”

















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