Esta pirámide de orgonita es una poderosa alquimia entre materia y espíritu. Forjada con resina transparente, cobre y fragmentos de turquesa y turmalina negra, actúa como un vórtice de transmutación energética que limpia, armoniza y protege el entorno donde se coloca. Su forma piramidal concentra y eleva las vibraciones, canalizando la energía vital desde la base terrestre hasta la cúspide luminosa que apunta al cielo.
La turquesa, piedra ancestral de comunicación y sabiduría, abre los canales de expresión del alma, conecta con la voz interior y calma la mente turbulenta. La turmalina negra, guardiana del equilibrio, absorbe las frecuencias densas y crea un escudo natural frente a la negatividad y la contaminación electromagnética. Juntas, ambas gemas forman una sinfonía perfecta entre el poder protector de la Tierra y la claridad del Espíritu.
Ideal para colocar en el centro de un altar, una mesa de meditación o junto a dispositivos electrónicos, su campo orgónico ayuda a restablecer la armonía natural del espacio. También puede usarse durante terapias energéticas o meditaciones para anclar el cuerpo físico mientras se eleva la conciencia.
Cada pirámide es única: los colores, vetas y disposición de las gemas varían, recordándonos que la belleza está en la singularidad de la energía que emite. Es más que un objeto decorativo; es un puente entre lo visible y lo invisible, entre la geometría sagrada y la respiración de la Tierra.

















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