Dicen que elegir ordenador es como elegir religión:
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unos buscan la salvación en templos de cristal con manzanas mordidas,
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y otros sobreviven en trincheras llenas de pantallazos azules y actualizaciones eternas.
🍏 Apple: el culto del lujo ilustrado
Ser de Apple no es usar un ordenador, es pertenecer a la secta.
Pagas el diezmo (mínimo cuatro cifras) y recibes un altar blanco brillante que promete eternidad… hasta que, de pronto, un día, San Cupertino decide que tu Mac ya no merece actualizaciones.
No importa que siga funcionando perfecto: fuera del paraíso te quedas.
Y ahí descubres que no habías comprado un ordenador, sino un pase VIP con fecha de caducidad.
🪟 Windows: el purgatorio de los mortales
En el otro extremo está Windows, que no es secta, sino campo de batalla.
Aquí todos entramos: pobres, ricos, estudiantes, gamers, oficinistas… y todos sufrimos por igual.
El precio es asequible, sí, pero a cambio aceptas que cada martes santo aparezca una actualización que dura horas y que al reiniciar descubras que algo que funcionaba ayer, hoy ya no.
Windows no discrimina: democratiza el dolor.
Entre secta y purgatorio
Quien se queda en Apple presume de diseño, quien sobrevive en Windows presume de ingenio.
El primero paga para entrar en un club selecto; el segundo aprende a arreglar lo que no va sin despeinarse.
Uno vive rodeado de estética zen, el otro improvisa con cinta aislante digital.
🍏 Manzanas y Ventanas: dos caminos para un mismo viaje
El mundo de la tecnología se divide, casi como en una fábula, entre quienes caminan bajo la sombra de una manzana brillante y quienes se asoman cada día al cristal de una ventana.
La senda de la manzana
Quienes eligen Apple disfrutan de equipos elegantes y cuidados.
Es como entrar en un jardín perfecto, donde cada flor crece en orden.
Pero es un jardín con reglas propias: cuando llega la temporada, dejan de brotar flores nuevas aunque tu maceta parezca aún fresca.
El camino de la ventana
Windows es otro paisaje: variado, abierto, caótico a veces, pero compartido por todos.
A veces soplan vientos de actualización que trastocan el terreno, pero hay más libertad para improvisar y adaptarse.
No será el jardín perfecto, pero es amplio y democrático.
Y al final, el viajero
Ni la manzana ni la ventana son el destino, sino herramientas para caminar.
Unos buscan estética, otros funcionalidad, otros lo que tienen más a mano.
Y ninguno se equivoca: cada cual sigue el sendero que le hace avanzar mejor.
Porque lo importante no es el logo del teclado, sino la vida que tejemos con lo que hacemos en la pantalla.
Al fin y al cabo, vive y deja vivir.