Te dejo dormir en mi cama
Esa es, sin duda, la impresión que tenemos los que dejamos dormir a nuestras mascotas en nuestra cama.
Que los perros y los gatos prefieren dormir con nosotros es un hecho comprobado. Pienso que, por una parte, es porque tú eres una especia de estufita para ellos. Por otra parte, una especie de sentido de protección mutua. Ellos te protegen a ti y tú a ellos. Muchos psicólogos humanos y de animales, opinan que ambos se sienten más relajados cuando duermen juntos.
Pero, lo más curioso es que los humanos tenemos la sensación de que ellos piensan que la cama es suya y que nos dejan dormir en ella.
Mis pastores alemanes nunca han dormido en mi cama. En primer lugar, porque son enormes y no me dejarían sitio, y, además son una fábrica de producir pelo. Pero, se sitúan estratégicamente a cada lado de la cama, cuando me voy a dormir y ahí están hasta que me levanto. Han permanecido constantemente a mi lado en momentos de enfermedad. Y así ha sido con todos los que he tenido a lo largo de los años.
Mis gatos, duermen conmigo. Todos los gatos que he tenido han dormido siempre conmigo y, en general, ellos ya estaban tumbados encima de la cama cuando yo me voy a meter. Así que tengo que hacerme sitio para poder entrar en la cama. Luego ellos se acurrucan alrededor y, siempre, cada uno en su sitio. Zeus, el más grande, cariñoso y caradura de mis gatos, espera a que me haya acomodado en la cama y después de ronronear y hacer ese movimiento como si mamara durante un rato, se tumba literalmente encima de mí. Ingrid, por el contrario, requiere un rato de caricias en la cabeza hasta ir a ocupar su lugar a los pies de la cama, aunque por la mañana la encuentro en la cabecera.
Cuando nos vamos a dormir antes de que Zeus haya llegado, ya que suele darse algún paseo nocturno, sube las escaleras maullando lastimeramente, como diciendo que no le hemos esperado y se sube en la cama requiriendo un tiempo más largo de mimitos antes de acomodarse.
Siempre he pensado que ellos pensaban que eran ellos quienes me dejaban dormir en su cama, pero eso me fue confirmado cuando llegó Sherlock. Este es una mezcla de Pinscher miniatura con bodeguero, al que adopté con 6 días de vida, debido a circunstancias especiales y lo crie a biberón. Aunque, al principio, le tenía en una cajita, bien calentito al lado de la cama y me tenía que levantar varias veces durante la noche a darle de comer porque era un tragón que no aguantaba nada, pronto, muy pronto, aprendió a escalar por la caja y la colcha y meterse dentro de la cama conmigo. Tal cual, éste no se ponía fuera, encima de la cama, sino que literalmente me lo encontraba en mis piernas. Intenté hacerle desistir por miedo a chafarlo mientras dormía, pero, sin éxito. Tantas veces lo devolvía a su caja otras tantas se subía él. Lo reconozco, me ablandó el corazón y se lo permití.
El problema vino, cuando, unos meses más tarde, era él quien se creía el dueño de la cama. Desde muy temprano, empezó a mostrar signos de dominancia extrema. Se impuso sobre los gatos, los pastores alemanes y, si me llego a dejar, sobre mí. Necesité de mucha paciencia y adiestramiento, para lograr que esta pulga de apenas un kilo en su momento, no se hiciera el dueño de la casa y de la cama. ¡Qué mal genio se gastaba el bicho!
Al final, ahora con 7 meses, sabe dónde está su sitio. Aunque aún muestra signos de dominancia al llegar a la cama. Ha logrado desplazar a los gatos de su sitio habitual y es él quien elige primero. Ya no duerme dentro de la cama, pero si le empujo cuando me voy a meter porque elige el centro de la cama y ya pesa 7Kg, se revuelve y gruñe y le debo mostrar quien manda.
Así que me pregunto ¿de quién piensa éste que es la cama? Evidentemente, suya, no hay duda.