Este término se puso de moda hace unos años. Prometía hacer realidad cambios en tu vida tan sólo con desearlo ardientemente.
La Ley de la Atracción supuso una decepción para muchas personas que creyeron firmemente en ella y no obtuvieron aquello que deseaban.
Sin embargo, funciona. Lo que ocurre es que con desearlo únicamente no basta. Dado que creamos nuestra propia realidad, podemos sin duda conseguir que las cosas ocurran.
Si alguien lo duda y cree que no es científico que eche un vistazo a la física cuántica. Esta no es la respuesta definitiva a todas las cuestiones, pero es lo que más se acerca en el campo científico a lo que los antiguos sabios nos decían de otras maneras.
Pero, no hay que olvidar que tenemos un enemigo poderoso que es nuestro propio Ego. Este pobrecillo que ha sido vilipendiado y despreciado en los últimos tiempos y en muchas culturas, no hace sino intentar protegernos y ayudarnos a hacernos avanzar al mismo tiempo. ¡Menuda tarea la suya! En esa dialéctica se pierde muchas veces y nos hacer ver imposible lo posible porque le es más cómodo no tener que trabajar.
No nos engañemos, la especie humana tiende a la ley del mínimo esfuerzo, es un hecho. Si no lo crees, echa un vistazo a los inventos humanos, casi todos por no decir todos, están enfocados a facilitarnos la vida para no tener que esforzarnos.
Así las cosas, el Ego, si se puede ahorrar trabajar lo hace. Se autoconvence de que hay cosas imposibles y de esta forma se puede tumbar a la bartola.
Nuestro trabajo, cuando queremos cambiar algo, consiste, en primer lugar, en convencerle a él. No a luchar contra él, porque éste siempre nos ganará la partida. Tiene más entrenamiento. En segundo lugar, a dar las instrucciones lo más precisas posibles de lo que deseamos.
Aquí viene la gran pregunta ¿A quién le estamos dando estas instrucciones?
No hay una respuesta sencilla. Hay quién te dirá que, a Dios, otro que, a los Señores del Destino, otro simplemente que a “los de arriba”, otro que, al Ángel de la Guarda, otro que al Universo. Yo, personalmente, diría que es a nuestro Yo Superior. Pero, como no puedo demostrarlo, que, cada uno según su creencia, se las dé a quién mejor le convenga.
Lo importante no es a quien, sino el qué y el cómo. Para ello debemos utilizar lo que se llaman en unas culturas las herramientas del Mago o del Chamán, del Guerrero espiritual en otras; en fin, el nombre es lo de menos.
Estas herramientas son:
- El deseo
- La imaginación
- La palabra
- La voluntad
- Y La perseverancia
Todo empieza por un deseo, lógico. Pero no se puede quedar ahí.
Para que ese deseo germine hay que imaginarlo en todos sus detalles, cuantos más mejor.
Después, hay que expresarlo en voz alta. La palabra crea. Está en todos los textos considerados sagrados de todas las culturas de toda la Humanidad. ¿En serio creemos que todos se han equivocado?
No me quiero poner aquí a hacer una tesis sobre esto. Tu eliges creerlo o no. Como no pido actos de fe, te propongo que hagas la prueba de lo que te digo. Y te pongo en ejemplo sencillo: Hay personas que dicen que no cuentan las palabras sino los hechos. Basados en esta premisa nunca le dicen a su pareja que la aman. Según ellos se lo demuestran y con eso es suficiente. Pregúntale a cualquiera de esas personas si tienen bastante. No voy generalizar. Alguna habrá tan rara como ellos. Pero, la inmensa mayoría “necesitan” decirlo y que te lo digan. Y, curiosamente, más se dice más crece este amor. Claro, apunto, no se trata de decirlo como un loro, tiene que ir acompañado del sentimiento o lo que es lo mismo, del deseo.
A continuación, hay que añadirle voluntad. Este es el punto más importante y, a la vez, más complejo. La voluntad es múltiple:
- La voluntad de seguir deseando.
- La voluntad de seguir expresándolo con la palabra siempre de la misma forma.
- La voluntad de no abandonar este método por desidia, por decepción, por prisa.
- La voluntad de mantenerlo hasta conseguirlo
- La voluntad de aceptar las consecuencias.
No es fácil, lo sé. Pero he dicho que era posible, no que fuera fácil.
Y, por último, la Perseverancia. Una vez que hemos pedido un deseo hay que seguir el método hasta conseguirlo. Esto llegará, pero a cualquier fuego hay que alimentarlo para que la llama no se extinga.
La Ley de la Atracción se quedaba en el primer y segundo punto, pero se olvidó de los otros dos.
Ahora que lo sabes, vuelve a probar.