Y aquí viene el quid de la cuestión. Tengo la impresión de haber llegado tarde. No debido a mi edad ya que estoy en plena forma. Si no que el mundo parece haber cambiado tanto que da la impresión de que la escritura ha muerto. Las personas lo consumen todo de forma audiovisual y, además cortita.
Echo un vistazo a mi alrededor. Hablo con personas de todas las edades y les hago la misma pregunta: ¿Tú lees?
Las respuestas son deprimentes. La mayoría de las personas no leen. Y cuanto más joven es la persona, mayor es la cantidad de respuestas negativas.
¿La escritura ha muerto?
Pues, aunque mi esperanza es que no, la realidad parece decir que sí. Que lo que prima en este mundo nuestro es consumir información rápida, en vídeos de no más de cinco minutos, porque para más ya no llega la paciencia.
Y, sin embargo…
Al mismo tiempo que eso ocurre nace una nueva profesión: El copywriting, más conocido por “copy”. Y, el copy es ¡escrito!
¿Querría eso decir que la escritura no ha desaparecido y que, simplemente, se ha transformado?
Pues tristemente no.
Wikipedia describe así esta nueva profesión:
“El copywriter es el redactor publicitario que escribe los llamados copy o textos publicitarios. Su actividad se conoce como copywriting. En muchos casos la tarea del copywriter va más allá del texto publicitario y es quien desarrolla la idea o el concepto que acabará convirtiéndose en la pieza creativa publicitaria. Uno de los objetivos principales del copywriter es hacer que un producto o servicio sea comercial, para lo cual utilizará todo tipo de lenguaje que persuada al público objetivo.”
Vamos, que se trata de una escritura exclusivamente comercial, corta y directa con el único fin de motivar al público a adquirir un producto.
Con cierta desesperación, busco en las Redes sociales grupos dedicados a la escritura y… ¡oh sorpresa! Hay un montón. Encuentro multitud de grupos de escritores o aspirantes que vibran y sienten la ilusión de escribir y poder publicar algún día.
¡La escritura no ha muerto!
Lo que parecen haber desaparecido es los lectores.
Pero, a estos consumidores de audiovisuales rápidos les hago una reflexión y una sugerencia.
La reflexión: ¿habéis pensado en que mientras tenemos en nuestras bibliotecas y museos libros que tienen miles de años? Estos ejemplares que han sobrevivido al paso de los años son los que nos permiten conocer nuestra historia y nuestra cultura. Sin ellos no tendríamos lo necesario para avanzar. Es el conocimiento acumulado por nuestros ancestros que nos permite seguir nuestra evolución. Toda esa información audiovisual que consumís está destinada a desaparecer junto con la tecnología que la permite y que avanza, también, rápida e inexorablemente. No puedo evitar pensar en los casetes, en los cuales se haya encerrada nuestra música favorita o nuestros mensajes especiales a personas especiales que nunca se podrá recuperar. Lo mismo que los carretes de nuestras primeras cámaras de video. Mientras, cartas escritas en papel, de todo tipo y de todos los tiempos, dan fe de conversaciones secretas, menos secretas, románticas o interesantes de las personas que nos precedieron.
La sugerencia: Tener un libro entre las manos, acariciar sus páginas, oler ese aroma especial que van acumulando los libros y dejar volar la imaginación mientras tus ojos recorren las líneas de esa historia que alguien ha escrito para ti, es una experiencia mágica e inolvidable. ¿Por qué no pruebas?